lunes, 30 de agosto de 2010

“JOCHE” ÁLVAREZ ORTEGA


“El hombre que con sus manos y entendimiento perpetua la gaita en los montes de María”

¨La tarea estaba encomendada a José Ángel Álvarez Ortega desde su nacimiento, ese día lejano de octubre, tendría que desplegar la sabiduría heredada para transmitir a niños, niñas, jóvenes y adultos el arte ancestral de los gaiteros eternos¨  

La década de los años 30’ fue bastante convulsionada y difícil, en Europa se expande el totalitarismo protagonizado por: Hitler, Franco, Mussolini, Salazar y Stalin; el atleta afro americano Jesse Owens impone marca mundial en las olimpiadas de Berlín, la casa alemana Krupp anuncia que está listo el motor Diesel. En Colombia los directorios políticos del liberalismo y del conservatismo firman un pacto patriótico. El jefe conservador Laureano Gómez proclama “paz en el interior y guerra en la frontera” 

En este contexto  nace José Ángel Álvarez Ortega más conocido en la región como el maestro “joche Álvarez”; ve la luz un 24 de octubre de 1933 en el municipio de Ovejas Sucre al norte de Colombia, el territorio perteneciente al grupo étnico de los Finzenúes descendientes de los Zenúes lo parió en el ceno de una familia de clase trabajadora.

Este territorio indígena fue visitado por primera vez en el año de 1509 por el español Martín Fernández de Encizo. La organización política indigena de estos pueblos se fue deteriorando con el paso del tiempo, el último jefe que tuvo el cacicazgo fue Tarra. Pocos años después llega la influencia Española siendo los primeros colonizadores Antonio de La Torre y Miranda y la encomendadora Matía González y Galápago, quienes con otros españoles procedieron a poblar el territorio de lo zenúes creando “Parroquias de blancos” organizando hatos y haciendas al lado de las poblaciones indígenas.

Ya establecidos los europeos en ésta comarca constituyeron a Cartagena en el centro operacional de la región; los españoles se expandieron por toda la zona ubicándose en Majagual y Caimito en los años de 1770, llegando de ésta manera a la arruinada Catarrapa:  Gabriel Mendoza, Manuel González y Matía González y Galápago, ejerciendo los poderes concedidos por la Corona Española a sus colonizadores como: La explotación de tierra y el esclavismo indígena, regresando a una institución medieval; la corona establece el sistema de encomienda como consecuencia del poder que  ejercían sobre los indígenas, quienes trabajaban para sus haciendas presionados bajo mecanismos de explotación y obligación, es así como verdaderamente  nace el sistema de hacienda, siendo las más importantes: La Oveja, Galápagos y Don Gabriel, las cuales en gran parte se constituyeron en la raíz del nacimiento de poblados, compuestos por aparceros y jornaleros quienes componían el capital humano explotado haciendo posible el desarrollo agrícola y ganadero de lo que sería nuestra futura nación.

A la edad de ocho años “joche” como es llamado cariñosamente por su familia desde niño, es llevado por sus padres a la finca la Almagra muy cerca del pueblo, allí pasa su infancia en medio de las hojas de tabaco que aprendió a desvenar cuidadosamente al igual que lo haría más adelante al sonar y construir una gaita; la historia económica de Ovejas está adherida al cultivo y proceso de tabaco, actividad que fue establecida por José María Pizarro desde al año de 1870.

El maestro Álvarez es el número 9 de 10 hermanos ovejeros que recibieron por parte de los ya fallecidos juglares de los montes de María toda la tradición del instrumento que conocemos en nuestros días con el nombre de gaita, esta flauta suena con el aire que entra por su cuerpo a través de una delgada pluma de golero, pavo o pato. 

No es dificil determinar que este instrumento hace parte de la constitución  espiritual del aborigen; cuenta la historia que fue un indio quien agujeró tres y cuatro orificios tonales a la tibia o al fémur de sus oponentes muertos en la lucha y de estos huesos creo las primeras flautas; en la mezcla de cera de abejas y carbón molido el Zenú encontró la composición ideal para descubrir la gaita. A pesar de lo anterior este instrumento  no ha sido estudiado a fondo, y se le ha negado la posición que merece como instrumento precolombino, hasta nuestros días se le ha mirado como resultado de expresiones musicales posteriores a la conquista. La gaita se convirtió en un fuerte lazo comunicador entre el hombre aborigen y sus dioses, a los cuales les pedían bendiciones, prosperidad y favores para sus tierras y comunidad; con el paso del tiempo se ha convertido en la fuente melódica de muchos géneros musicales de Colombia como el Son indígena, la Cumbia, el Porro, el Vallenato y por supuesto el genero musical también llamado Gaita. 

Los primeros días de infancia del maestro Álvarez transcurrían en medio del contacto con la naturaleza, la música y el juego con sus amigos, tirando el trompo, volando el barrilete o cometa y jugando al tuso. Nunca pisó un colegio, aprendió casi todo de Pablo Álvarez su padre, quien con la cartilla número uno, el abecedario y los secretos de la tierra le enseñó a valorar sus costumbres y le inculcó un profundo respeto por la vida desde muy temprana edad; el mentor de su talento fue su hermano mayor Modesto Álvarez quien con afecto ubicaba los pequeños dedos del niño “joche” sobre el cuerpo del instrumento, dice que  la primera vez que coge una gaita siente como su sangre se alebresta, su espíritu se vivifica, encuentra en ella el valor y la fuerza para transitar el camino que debe tomar su vida. Aprende a entonar sus primeras melodías como: ¨Sancochito¨ y ¨El carrao¨

La familia Álvarez se nutrió del intercambio de  conocimiento con otros  juglares de la región como los legendarios hermanos Mendoza y el centenario Enrique Arias (entre otros)  a la edad de 15 años aprende a fabricar este instrumento y diferenciaba con autoridad los materiales para su construcción, buscaba troncos de banco para hacer los tambores (alegre y llamador) que acompañan sus nostálgicas melodías, por estos días la tambora no hacia parte del conjunto tradicional de gaita, cuenta el maestro Álvarez: ¨La tambora fue incluida por delia zapata Olivella en los viajes a diferentes países del mundo con los gaiteros y grupos de danza en los años 50’s  y 60’s con el fin de darle mayor fuerza al ensamble e impactar en tierras lejanas¨

En Ovejas Sucre se inaugura la primera sala de cine en 1936, frente a la casa consistorial; junto al celuloide llega el anhelo de abrirse al mundo; surge en el espíritu colectivo del pueblo ovejero la necesidad de progreso y el conocimiento por las nuevas tecnologías que invadieron el mundo a partir de la revolución industrial, en 1951 esta curiosidad del maestro Álvarez quizá estimulada por el auge del cine lo condujo a conocer otras tierras; decidido a aprender un nuevo oficio y divulgar las tradiciones de origen se dirige a Cartagena de Indias donde se encuentra con su otra pasión, la fotografía; llegó a vivir al lado de su hermana Emperatriz Álvarez, su cuñado le enseñó los secretos de la cámara de fuelle y foticos de agua en un laboratorio casero; recorrió las calles de la heroica  tomando fotografías paisajistas y retratando transeúntes, de ésta manera sacar adelante su familia. 

En la década de 1960 el retrato comenzaría una exploración de sus posibilidades como modalidad fotográfica creativa y expresiva. Con una aguda comprensión de las oportunidades que brindaban los adelantos técnicos en materia de cámaras y otros implementos el maestro Álvarez no solo enseñó la gaita a las siguientes generaciones a través de todos sus viajes , sino que también nos deja una solida producción fotográfica, la cual se ha convertido en referencia obligada y fuente investigativa para antropólogos, etnomusicólogos y gestores culturales de la región y el país. 

Vigorizado con los nuevos conocimientos alcanzados a partir de sus recorridos por Colombia en compañía de sus tres grandes tesoros: la familia, la gaita y su cámara fotográfica, el ya maduro “joche” regresa a su natal población con el ánimo de conseguir lo que a futuro serian sus más importantes aportes a la cultura y la tradición oral  de esta región. A lo mejor sin saberlo se adelantó a las múltiples convenciones de la UNESCO dirigidas a reforzar empeños como proteger el patrimonio cultural inmaterial de la humanidad (octubre 2003) o promover la diversidad cultural (octubre 2005) a través de la creación del festival nacional de gaitas de Ovejas Sucre, elaborar los instrumentos propios de la región, enseñar a interpretar la gaita a niños jóvenes y adultos de todo el país gratuitamente y fotografiar los sucesos más importantes para el desarrollo de la región.

¨A diario podemos comprobar cómo los crecientes riesgos de extinción de la civilización atañen no solo a nuestra condición de especie biológica, sino también a otras aéreas vitales para el  desarrollo de todos sus integrantes que en mayor o menor grado confrontan desde la desaparición irreparable de tradiciones y saberes populares, hasta la estandarización e imposición de modelos culturales a escala global, con un saldo de empobrecimiento sociocultural igualmente negativo para el legado material como para el denominado patrimonio cultural inmaterial¨

A los 47 años de edad este ya versado artesano de gaitas se dio a la tarea de proponer a su pequeño clan de amigos la creación de un  evento donde la gaita seria la principal protagonista, este acontecimiento importante en la preservación de la identidad cultural se conocerá 5 años más adelante como el festival nacional de gaitas Francisco llirene de Ovejas Sucre, su nombre está sujeto a la memoria de uno de los más grandes tamboreros o como le dicen en la región tamboleros  de los Montes de María; Dice “joche”: ¨El festival comenzó chiquito y ahora es un gigante¨ 

Los recursos fueron conseguidos con los comerciantes de la región quienes donaron comida y dormida para atender a todos los músicos participantes y el pequeño personal logístico; lograron así organizar 10 grupos para el primer festival entre los que se contaban los hermanos Lara de san Jacinto y los hermanos Ortiz, recordemos que en ésta época no existía el concepto de agrupación; ese primer festival duro tres días empezando un 3 de octubre en conmemoración al santo patrono Francisco de Asís, todo el pueblo atendió la cita y así se celebró la primera edición del festival, el cual costó una tarima modesta, un picó (equipo de sonido), un micrófono y 96.000 pesos. Este festival incidió favorablemente en los intérpretes, creadores, artesanos, compositores, así como en la economía y turismo de la región, quienes se dan encuentro desde hace más de 30 años en éste  espacio donde la cultura ha devuelto la paz y la posibilidad de emprender nuevos proyectos.

Tres años después de fundar el festival se entregó a la labor de crear la escuela ¨Modesto Álvarez¨ en honor y agradecimiento de quien le enseñara a interpretar la gaita; la realización del festival evidenció la falta de jóvenes intérpretes y esto motivó a “joche” a enseñar sagradamente durante más de 11 años y de manera gratuita a más 300 estudiantes de gaita que hoy día la mantienen viva por el mundo. Ésta escuela originó más de 37 grupos como: Los Caciques, Los Genuinos, Son Vilut, Diosas de La Gaita, Tumbalí, Dinastía Gaitera etc.  Su conocimiento llegó a Chalan, Corozo, Chirinito, San Onofre, San Jacinto, el Carmen y otras tierras más grandes y lejanas como: Cartagena, Barranquilla, Sincelejo, Bogotá, Medellín, Santa Marta, Valledupar (entre otros) 

Por el patio de su casa han circulado no solo colombianos de todas las regiones del país sino también ingleses, franceses, italianos y norteamericanos en busca de la cátedra gaitera; sus hijos son hoy día reconocidos constructores e intérpretes del complejo de la gaita, “joche” Álvarez (hijo) es uno de los más notables herederos de ésta tradición, ha multiplicado el conocimiento que recibió de su padre en varias zonas del país, trabaja como pedagogo desde hace mas de 20 años en varias ciudades y se ha convertido en uno de los constructores más destacados de  gaita.

Joche Álvarez (hijo) narra:
¨El viejo “joche” de lunes a viernes a las cinco y media de la tarde se sentaba en un taburete en la puerta de su casa para esperar a todos los niños que llegaban a recibir de manera gratuita las clases de gaitas, éstas se daban de seis a ocho de la noche, al final de cada clase la vieja Teresa Alarcón mi madre tenía preparada una olla de guarapo de panela con naranja agria, bien frio!!! El cual repartía en totuma a todos los niños y entre ellos estábamos mi hermano Roberto de 11 años quien aprendía a tocar el tambor alegre y yo “joche junior” de 13 años a tocar la gaita hembra. Transcurrido un tiempo de arduo trabajo mi padre logra conformar 11 grupos de gaitas, los cuales prepara para participar como escuela en la cuarta versión del festival de gaitas, ocupando el tercer puesto en gaita larga infantil,  lo que motivó a que se integraran más niños. Para estimular a todos estos grupos organiza un evento llamado “Los Viernes de Gaitas” en donde todos los niños participaban mostrando sus habilidades y talentos en los diferentes barrios del municipio de Ovejas, un evento que se daba meses antes del festival como preámbulo a la llegada del mismo. La escuela de gaitas estuvo bajo la dirección del viejo 11 años de su vida (1988 – 1999), durante ese lapso de tiempo no solo le enseñó a tocar gaitas a los ovejeros, sino también a todos los que llegaban de lejos, a investigar y a aprender de nuestra música, sin pedir nada a cambio. Por motivos de salud  se ve obligado a encargarme  la dirección de la escuela siendo yo un gaitero reconocido y ganador de muchos festivales, la escuela de gaitas sigue creciendo logrando conformar 17 grupos de gaitas, convirtiendo a Ovejas en potencia musical gaitera.  De 1999 hasta el 2003 dirigí la escuela, lastimosamente no podía continuar y  cierro las puertas en ese momento, pero quedaba un aliciente, que las primeras promociones de gaiteros de la escuela continuaron independientemente con la labor de la enseñanza, manteniendo la música de gaitas viva hasta estos momentos¨

El maestro Álvarez a sus ocheita y tantos  años de edad se niega a suspender su labor pedagógica, sigue enseñando desde su casa en Ovejas y viaja dos y tres veces por semana a Don Gabriel Sucre donde imparte clases de gaita, tambores y construcción de instrumentos a los niños, jóvenes y adultos sacudidos por la violencia de este territorio, cree que en cada gaita que pone en las manos de un niño está sembrando una semilla de paz; con escasos tres años de edad Iván Alfredo Álvarez su más joven alumno subió a la tarima del festival, convirtiéndose en el gaitero más aplaudido; hoy día son incontables los músicos que  a formado durante 30 años de festival.

“joche” sigue repartiendo gaitas que el mismo fabrica gratuitamente a todos los jóvenes que quieren aprender este instrumento, su pasión por la enseñanza lo consagran como importante ejemplo de constancia y disciplina, por este motivo el pueblo ovejero lo quiere, respeta y admira. En la versión numero XXV el festival le rinde un sentido y merecido homenaje, al costado derecho de la iglesia del pueblo han erguido una estatua de aproximadamente 1,50 mts. construida en fibra de vidrio. Con su imagen han perpetuado su legado como constructor, interprete, pedagogo, gestor cultural, padre, esposo y amigo.


José Ángel Álvarez Ortega es uno de esos colombianos que ha trabajado por convicción como  multiplicador de las diferentes manifestaciones culturales invaluables para el patrimonio inmaterial de la humanidad, cada una de estas manifestaciones de la creatividad acumulada progresivamente en el transcurso de siglos posee un incalculable valor; lenguas habladas y escritas, expresiones musicales tradiciones, populares; la artesanía, mitos y religiones, así como todo proceso cultural vivo a escala individual o colectiva, constituye el tesoro único e irrepetible que identifica,  diferencia, vigoriza y da un sentido  a todos los pueblos que convivimos en este  planeta.



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